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Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes, María Santísima de la Amargura, San Juan Evangelista y Beata Ángela de la Cruz |
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Imagen
de candelero para vestir Mide 1,85 m. de alto Obra atribuida a Pedro Roldán Año 1696-97 |
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Esta
escultura se presenta íntimamente relacionada con el Jesús atado a la
columna de la Orotava (Tenerife, 1689) y el Nazareno de Santa Isabel de
Ecija (1699-1701). Esta tríada de imágenes fueron contratadas por
Pedro Roldán durante los diez últimos años de su vida (1689-99), pero
ejecutadas, quizás, por algún miembro de confianza del taller, al que
han llamado «maestro del Silencio». |
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Las
tres efigies acusan con claridad el golpe de gubias de una misma mano, un
concepto igual de belleza masculina e idéntica manera de destacar en los
rostros las fosas orbitales, pómulos y labio superior sobresaliente. |
Silencio Blanco |
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La
composición del actual misterio se debe a Cayetano González Gómez,
quien en 1937-38 talló las expresivas y declamatorias figuras del fatuo
jerarca Herodes, sedente en un trono que recuerda el de la Virgen de la
Paz de la parroquia de Santa Cruz, un hebreo acusador y el grupo de tres
soldados romanos. En 1940, el mismo artífice añadirá un nuevo hebreo
a la escena. El episodio escenificado nos es transmitido por el Evangelista San Lucas: «Viendo Herodes a Jesús, se alegró mucho, pues desde hacía bastante tiempo deseaba verle, porque había oído hablar de El y esperaba ver de El alguna señal. Le hizo bastantes preguntas, pero El no contestó nada. Estaban presentes los príncipes de los sacerdotes y los escribas, que insistentemente le acusaban. Herodes, con su escolta, le despreció, y por burla le vistió una vestidura blanca y se lo devolvió a Pilato» (Lc 23,8-11). |
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Texto: Las Cofradías de Sevilla en el siglo XX. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla. |
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Nuestro Padre Jesús del Silencio aparece maniatado, soportando con soberana humildad el desprecio de Herodes. Dulzura y majestad se conjugan con notable elocuencia, asemejando representar las sentencias de Isaías: «Cerca está mi justificador; ¿quién contenderá conmigo? Comparezcamos juntos, ¿quién es mi demandante? Que se acerque a mí. He aquí que el Señor, Yavhé, me asiste; ¿quién me condenará? He aquí que todos ellos se gastarán como un vestido, la polilla los consumirá» (ls 50,8-9) |
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Pregón de la Semana Santa de Sevilla |
"..Entra
la primera luz en los templos. Quizás nadie vea ese prodigio que
siempre he soñado como el más hermoso de la Semana Santa: en las
iglesias vacías, la luz que nace despacio a través de las altas
ventanas va cayendo sobre los altares de insignias, perfilando los volúmenes
de los pasos espléndidos que hoy van a salir, haciendo surgir de la
oscuridad los cuerpos y los rostros de las imágenes. Hay que imaginar,
en un absoluto silencio, el paulatino aparecerse del poderoso cuerpo del
Amor sobre su paso, en la soledad del Salvador. Como, bajo la cúpula
del panteón de San Lorenzo, al crecer de la claridad, el oscuro bulto
abatido va cobrando forma humana hasta convertirse en el cuerpo del Señor
que aguarda su besamanos. |
Fragmento del pregón de la Semana Santa de Sevilla. 1996. Carlos Colón Perales. |
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Foto: Rafael Márquez Márquez |
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