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Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Sacramento, de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista |
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Imagen
de candelero para vestir Mide 1,70 m de alto Obra de Antonio Castillo Lastrucci Año 1929 |
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La
imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza desde su creación se ha visto
sometida a un elevado número de intervenciones de restauración ,
algunas de gran trascendencia. De otro lado, al ser la talla mariana que
mayor popularidad ostenta en la Triana de nuestros días, ha
incrementado el interés público hacia todo cuanto con ella se
relaciona. |
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A nuestro juicio, el incendio acaecido la noche del dos de mayo de 1898 marca un antes y un después para esta imagen. Los titulares de los periódicos locales anunciaban: "Una imagen quemada". |
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Así narra el suceso el diario El Noticiero Sevillano del día 3 de mayo: "Anoche a las ocho se inició un regular incendio en el altar de la Virgen de la Esperanza en la iglesia de San Jacinto del barrio de Triana. Por pronto que acudió el párroco y los demás dependientes de la iglesia no pudieron impedir que la citada imagen fuera totalmente quemada. Enseguida acudieron varias personas más a ayudar al párroco a la extinción del fuego. Este quedó sofocado en los pocos instantes". Unos años después, Pérez Porto recordará el siniestro en el que la talla de la Virgen "quedó con todo el rostro carbonizado y una de sus manos". El mismo autor comentará que "entonces sus hermanos decidieron buscar una persona para que les ayudara a costear los gastos de la restauración, como lo consiguieron, verificándose ésta por el hijo del escultor Sr. Astorga, el que a nuestro modo de entender la ha dejado sin el color moreno y la gracia que tenía antes de ser quemada" |
Esperanza Marinera |
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La clave para entender estos datos, que pueden parecer contradictorios al hablar de una imagen "totalmente quemada" y que se pretende "restaurar", estriba precisamente en lo que. se consideraba por entonces un criterio adecuado de restauración: la más fidedigna reproducción del original perdido. Tengámoslo presente cuando nos refiramos más adelante a la intervención de Castillo Lastrucci. A Gumersindo Jiménez Astorga se le asigna esta ambigua labor restauradora que con probabilidad consistió en nueva labra, dejando al parecer constancia de su quehacer en una nota que introdujo en el candelero. Hacia 1910, José Ordóñez la retocaría nuevamente. |
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Y
así llegamos a 1929, cuando poco
después de celebrarse en la parroquia del Divino Salvador la
Exposición Mariana, fue llevada la imagen al taller de Castillo
Lastrucci. Según declaración manuscrita del propio Castillo en 1963 al
también escultor Illanes, quien había afirmado
públicamente la paternidad de aquél sobre la escultura, "al
quitarle -a la imagen- la pintura vimos que los párpados eran de pasta,
y se acordó hacer la mascarilla y las manos, que es lo que hoy tiene, y
esto es todo" . |
En
efecto, en el folio 3r. de su Libro de Razón,
el imaginero había anotado "1929. Virgen de la Esperanza. Hacerle
mascarilla y manos. 500 ptas." La polémica puede
sintetizarse en una doble pregunta: ¿Rehizo por entero la mascarilla,
como parece desprenderse de la documentación existente?, o, por el
contrario, ¿se limitaría a retallar la zona superior de la cara,
reencarnándola nuevamente y cambiando de posición las lágrimas,
considerándola así como obra completa suya, al haber labrado también
las manos? En cualquiera de los dos casos, y aun admitiendo que la
materialidad de la efigie fuera de
Castillo, lo cierto es que respeta la antigua fisonomía de la talla, no
alejándose de la estética astorguina de finales del siglo XIX. |
Reina y Capitana |
Y
en Triana, mi Esperanza Una
calle de barrio viejo Oleaje
de blanca cera Sus
banderas, estandartes Su
Palio, vela mayor De
grumete, un aguaó Y
sirviéndole de amparo Pañuelos
de despedida Bronce
que tañe en repique un
viento por la trasera Un
suave balanceo el
horizonte, Sevilla Adiós,
Madre y Capitana Y
De vuelta por la bocana Mientras,
la sangre batiente leva
anclas, barlovento doce
horas de crucero |
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"Mañana de Viernes Santo, falsa luz de un falso día que no amanecerá realmente sino por Varflora y Castilla, que sólo existe porque le han quitado a la Madrugada el velo de ruán que la cubría para que reluzcan, por el Pópulo, por San Pedro, por la Encarnación, emociones antiguas que hemos oído contar tan bien, que parecen que son nuestras. Porque en esta hora no hay ya tú y yo, sino sólo nosotros, y todos cargamos con la memoria de los nuestros. Después de un café de pie, en la cocina grande y fría, salían la madre y los dos hijos, aún de noche, del piso de la calle Zaragoza para ver la Esperanza de Triana en la cárcel del Pópulo acoger las saetas de los presos. La calle llena de gorras y sombreros de ala ancha y copa alta. El Señor de las Tres Caídas, sólo en su paso con el Cirineo, girando para dar la cara a la ventana enrejada desde la que le cantaban saetas antiguas de dolores compartidos. Después la Esperanza. El palio alegre girando; todas las miradas fijas en la mano del saetero que por fuera de los barrotes cortaba el aire; y una voz rota que cantaba: "Soleá,
dame la mano |
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