Festividad  del  18  de  Diciembre
 

Ya embarazada tras la Anunciación, la vida de María es gozosa expectación del parto. En esta mujer gestante el cristianismo ha representado la Esperanza, y en ello se unen otra vez -no podría ser de otra manera en una religión que se basa en el hacerse carne de Dios - realidades biológicas y misterios sagrados. Cuando le ponen a la Divina Enfermera sobre el vientre, conservando una antigua y bella costumbre, el resplandor en que se representa encerrado en una O a un Jesús aún no nacido, es esta realidad física la que se alude. La simbología es riquísima. Esta O representa el seno materno que alberga al feto de Jesús, pero sobre todo alude a la O de las antífonas de la Expectación, en la que cada invocación se inicia con esta exclamación.

Ntra. Sra. de la Esperanza Divina Enfermera
Foto: Rafael Márquez

Por eso algunas vírgenes de la Expectación o de la Esperanza, como esta Divina Enfermera en lo antiguo, o las imágenes de gloria y dolor de la calle Castilla, se llaman de la O.

Ntra. Sra. de Gracia y  Esperanza. Foto: Rafael Márquez

En el corazón del Adviento, diez días después de la celebración de la Inmaculada Concepción, la fiesta de la Expectación vuelve a llenar la ciudad de celebraciones desde Pureza a la Resolana, desde San Martín a la Trinidad, desde San Roque a Castilla. Por su vinculación a imágenes dolorosas, esta fiesta no ha dejado de tener en Sevilla una fuerza popular extraordinaria que ha perdido en otros lugares. Incluso que en sus advocaciones de gloria ha perdido en la misma Sevilla, tan desdeñosa para con este importante patrimonio.

Están olvidadas la Esperanza de Santiago y la de San Buenaventura,

de las que Juan Martínez Alcalde da noticia en su obra monumental Sevilla Mariana; mientras que gracias a las hermandades de penitencia, con ese su enseñar como no enseñando, tan característico de la pedagogía cofrade, miles de sevillanos -que, a su vez, saben como no sabiendo ­ acuden a las iglesias para celebrar la causa de su Esperanza en los besamanos de las vírgenes de ésta advocación.

Al unirse la iconografía dolorosa a la advocación gloriosa de la Expectación, nace un nuevo matiz que en la Esperanza Macarena queda solamente expresado. El gozo no queda circunscrito sólo a este bello momento de Adviento, sino que avanza a través los tiempos litúrgicos de la Natividad y la Cuaresma hasta la misma Semana Santa, y en ella hasta la entraña oscura del Viernes Santo. Al símbolo del Arco, y al custodiado en la misma basílica (el Niño Jesús dormido sobre el hombro de la Virgen del Rosario enfrentado al Jesús adulto, maniatado y sentenciado a muerte), se une el de la Esperanza irrumpiendo en la madrugada de la detención,

Ntra. Sra. de la Esperanza Macarena. Foto: Rafael Márquez

las vejaciones y las torturas; afirmando triunfalmente la vida en lamisma mañana de Viernes Santo que precedió a la muerte -justo el momento real de la Sentencia: sabiduría asombrosa de Sevilla-, como si fuera depositaria de un secreto, el de la resurrección, que no ha podido guardar para sí y proclama desde su paso-altar juanmanuelino. (1)

 

Si no fueras de aquí, si no existiera
en lo eterno del alma sevillana,
de otra imposible patria a esta lejana
ausencia de Sevilla te trajera.

  Si no vivieras aquí, si no fueras
cielo, aire, sol, brisa cotidiana,
a la primera luz de la mañana
el brillo de tus ojos le pidiera.

  Para habitar Sevilla te crearon
de gracia pura y cielos escogidos
a medida de su alegría y su pena.

  Y en la gloria los ángeles lloraron,
no entendían que hubieras preferido
     hacerte sevillana, MACARENA.  
(2)

 

MADRE MIA DE LA ESPERANZA. Tú que estás junto a mi constantemente, vecina, hermana y amiga, Mujer Santa de Triana, Virgen de todos los días, de mi parroquia, y mi casa y mi Capilla y la lucha de mi vida cotidiana, enséñame simplemente a ver a Dios cuando pasa, igual que cualquier trianero hablándole a su Esperanza.

 

Ntra. Sra. de la Esperanza de Triana. Foto: Rafael Márquez

Yo se que no te hacen falta
flores para ser vereda,
lumbre para ser la aurora,
fuego para ser la hoguera,
luna para ser la noche,
noche para ser eterna,
agua para ser la nieve,
valle para ser la hierba,
hierba para ser la espiga
de los campos de esta tierra.
Yo se que no necesitas
que te coronen de Reina,
ni que te borden un manto,
ni que te vistan de seda,
ni que te prendan al pecho
un relicario de perlas,
ni un rosario de esmeraldas,
ni un retablo de azucenas,
ni que te calcen de plata,
ni que te ciñan de estrellas,
ni que te encarnen el rostro
con amapolas trigueñas.

Yo se que Tú no me pides
mi amor para ser mas buena,
mis besos para ser Madre,
cetro para ser Princesa,
manto para ser Señora,
ni una corona de Reina,
ni un altar para ser Santa
ni una flor para ser Bella.

Pero aunque no me lo pidas,
yo si quiero que Tú tengas
un manto de seda clara,
y un cetro de madreperlas,
y una corona de oro,
y una toca de pureza,
y un altar puesto de nardos,
y una ráfaga de estrellas,
porque en Triana Tú eres
su jardín y su vereda,
y eres su noche y su día,
y eres su torre y su puerta,
y eres su mar y su nieve,
y eres su cumbre y su sierra,
y eres su pan y su espiga,
y eres su Esperanza eterna,
y eres su Evangelio vivo,
y eres su mujer perfecta,
y además de mujer, Santa,
y además su Madre Excelsa,
y además de Madre, Virgen,
y además de Virgen, Reina
que ha bajado de los cielos
hasta la calle Pureza.  
(3)

 

...Y porque el Maestro dijo: "pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá", permitidme, cofrades, que mis últimas palabras sean una oración intensa y apasionada para aquella, de la que dice el cantar:

Tu nombre es como el brocal de un aljibe muy profundo .Tu nombre es hostia de altar, y anillo de eternidad para la pena del mundo.

Yo se, Madre mía, que aunque tantas veces te traicionemos porque el torbellino del mundo nos derribe, Tu esperas en nosotros, porque eres Madre puesta al pie de la Cruz para nuestra intercesión. y en la tarde hermosa del Viernes Santo, cuando te hagas Expectación de Triana y asombro de Sevilla, y ya no seas para nosotros la Reina del Dolor, sino la causa de nuestra alegría, Haz, Señora, que la penitencia y el sacrificio sean el duro yunque en el que ejercitemos nuestra fe.  (4)

Ntra. Sra. de la O. Triana antes de su restauración.
Foto: Rafael Márquez

...Y porque al día siguiente, víspera preciosa de nuestra Resurrección, volveremos a encontrarnos la ciudad extasiada de Esperanza ante el candor purísimo de mi Virgen TRINITARIA, yo su pregonero, rendido a sus plantas, y conmovido de ternura en el amanecer de Dios de su mirada, con la Pascua infantil de su hermosura repicando aleluyas de azahares en las puertas de la Trinidad, doy fe de que Sevilla es una ciudad habitada por el Espíritu, Señor y Dador de Vida, que vuelve todos los años para hacernos triunfar sobre la muerte a la única voz de  A ESTA ES.

 

Ntra. Sra. de la Esperanza Trinitaria. Foto: Rafael Márquez

Después de verte, Esperanza,
todo es posible en la tierra;
que el sol se abrase en tu rostro,
que la luna se estremezca
al ver temblar tus mejillas
cuando lloran las estrellas.
Que el azahar se haga rocío,
y el invierno primavera,
y los almendros en mayo
entre tus manos florezcan
mientras cuelgan golondrinas
rosales por las veletas.
Después de verte, Esperanza,
todo es posible en la tierra;
que se disuelvan contigo
mis llantos y mis tristezas,
y todo el dolor del mundo
en tu divina presencia,
y que la muerte se aleje
y para siempre amanezca
nuestra pascua repicando
la Giralda y las estrellas.
Después de verte, Esperanza,
en tu hermosura perfecta,
Madre de Dios, uno y trino,
todo es posible en la tierra.
Todo menos otro rostro,
y otro perfil de azucena,
y otro candor en los ojos,
y otra angélica pureza,
otro profundo misterio,
una criatura que tenga
la belleza tan sencilla
que Dios quiso que tuviera
la Reina de su Esperanza
en los cielos y en la tierra.
(5)


(1)  Carlos Colón, Navidad en Sevilla. Diario de Sevilla.
(2) (3) (5) José María Rubio, Pregón de la Semana Santa de Sevilla. 1991.
(4)  Ramón Martín Cartaya. Pregón de la Semana Santa de Sevilla. 1972.

Fotos:© Rafael Márquez

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