Archicofradía del Santísimo Sacramento, Pontificia y Real de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Pasión y Nuestra Madre y Señora de la Merced

Iglesia del Divino Salvador

La Virgen de la Merced, cuya advocación obedece a la fundación de la Hermandad de Pasión en el Convento Casa Grande de la Orden mercedaria en Sevilla, sustituyó a otra anterior en 1966. Según Celestino López Martínez, aquel simulacro de Nuestra Madre y Señora de la Merced fue en origen una santo Rosa de Lima. La nueva cotitular de esta corporación fue bendecida el 26 de marzo del citado año por Mons. Cirarda Lachiondo, arzobispo de Pamplona.
La actual Dolorosa tiene la mascarilla y manos talladas en cedro, y el resto en pino de Flandes. La imagen, ejecutada con anterioridad, fue adquirida por 65.000 pesetas. Entre las Vírgenes que Sebastián Santos realizó para las Cofradías de Sevilla, quizás sea ésta la que más insiste en la expresión letífica del dolor.

Ni que decir tiene que a ello contribuyen su carnosa interpretación anatómica, los grades ojos de cristal que dejan escapar una serena mirada, la disposición de los párpados de gran realismo, así  como el elegante trazado de las cejas, que atempera aún más la contenida emoción del entrecejo.
El rostro, de cuidadas facciones, destaca la nariz que con sus aletas suavemente dilatadas confieren un hálito de vida a la figura. La boca delicadamente resuelta, queda entreabierta. Y el óvalo facial, de extremada finura, está potenciado por la realización naturalista del mentón. A ello hay que sumar las pestañas postizas y las siete lágrimas de cristal.
Por último reparar en las manos. La derecha se articula separando los dedos índice y anular; en cambio, el central y meñique se flexionan a la inversa. Los aciertos del modelado y de la talla quedan subrayados por la acertada policromía. La encarnadura de tonos rosáceos nos remiten a las primeras obras del artista.
Las Cofradías de Sevilla en la Modernidad. Juan Miguel González Gómez y José Roda Peña. 1988