Bartolomé Esteban Murillo

 

Murillo acertó a plasmar el prototipo perfecto en la representación de La Inmaculada entre 1665 y 1670, que posteriormente consagraría como imagen de difusión universal. El el modelo femenino de la Virgen Murillo supo captar como ningún otro pintor un prototipo de belleza serena y elegante, en el que se muestra un máximo ideal de candor y de pureza, reflejo exacto de la idea religiosa que defendía la concepción inmaculada de María. Murillo sitúa siempre a sus Inmaculadas flotando ingrávidas en un áureo espacio celestial, rodeada de una bulliciosa corte de querubines, componiendo representaciones presididas por un ritmo ondulado y ascensional.
  Exposición Inmaculada 150 años de la Proclamación del Dogma. Obras maestras: Pintura

 

 

Las manos de la Virgen aparecen cruzadas sobre el pecho o con las palmas juntas, y en su rostro se manifiesta un profunda emotividad, traducida en rasgos dulces y delicados.

 

 

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