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22 de Mayo |
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La santa de lo
imposible. Fue una hija obediente, esposa fiel, esposa maltratada,
madre, viuda, religiosa, estigmatizada y santa incorrupta. Santa Rita
lo experimentó todo. |
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Por conveniencias familiares se casa con Pablo Fernando, de su aldea natal. Fue un verdadero martirio, pues Pablo era caprichoso y violento. |
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Rita acepta su papel: callar, sufrir, rezar. Su bondad y paciencia logra la conversión de su esposo. Nacen dos gemelos que les llenan de alegría. A la paz sigue la tragedia. Su esposo cae asesinado, como secuela de su antigua vida. Rita perdona y eso mismo inculca a sus hijos. Y sucede ahora una escena incomprensible desde un punto de vista natural. Al ver que no puede conseguir que abandonen la idea de venganza, pide al Señor se los lleve, por evitar un nuevo crimen, y el Señor atiende su súplica. |
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Abogada de lo imposible | ||||
Vienen ahora años
difíciles. Su soledad, sus lágrimas, sus oraciones. Intenta ahora
cumplir el deseo de su infancia; ser religiosa. Tres veces desea
entrar en las Agustinas de Casia, y las tres veces es rechazada. Recorrió con ahínco el camino de la perfección, las tres vías de la vida espiritual, purgativa, iluminativa y unitiva. Ascetismo exigente, humildad, pobreza, caridad, ayunos, cilicio, vigilias. Las religiosas refieren una hermosa Florecilla. La Priora le manda regar un sarmiento seco. Rita cumple la orden rigurosamente durante varios meses y el sarmiento reverdece. Y cuentan los testigos que aún vive la parra milagrosa. |
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Rita, como Francisco de Asís, se ve sellada con uno de los estigmas de la Pasión: una espina muy dolorosa en la frente. Hay solicitaciones del demonio y de la carne, que ella calmaba aplicando una candela encendida en la mano o en el pie. Pruebas purificadoras, miradas desconfiadas, sonrisas burlonas. Rita mira al Crucifijo y en aquella escuela aprende su lección. |
Socorredora en la última esperanza, refugio y salvación en el dolor |
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La hora de su muerte nos la relatan también llena de deliciosos prodigios. En el jardín del convento nacen una rosa y dos higos en pleno invierno para satisfacer sus antojos de enferma. Al morir, la celda se ilumina y las campanas tañen solas a gloria. Su cuerpo sigue incorrupto.
Cuando Rita murió, la
llaga de su frente resplandecía en su rostro como una estrella en un
rosal. Era el año 1457. Así premiaba Jesús con dulces consuelos el
calvario de su apasionada amante. |
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[ Besamanos a Santa Rita. Convento de San Leandro. Sevilla ] |
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