Concluida la obra civil del
nuevo templo se abordó un ciclo de actividades artísticas que enriqueció
el edificio y que, básicamente, ha conformado la imagen actual del
Salvador. Se construyeron cuatro extraordinarios retablos de los que
tres se conservan en su ubicación original: el retablo mayor, el
retablo-pórtico de la capilla sacramental, y el retablo-camarín de la
Virgen de las Aguas. El retablo interior de la capilla sacramental
desapareció a causa de un incendio en 1905
Estas obras y otras procedentes de la actividad profesional de
prestigiosos artistas como Cayetano de Acosta, José Montes de Oca, Juan
Ruiz Soriano, Diego Gallegos y Eugenio Sánchez Reciente, contribuyeron
de forma decisiva a proporcionar un empaque catedralicio al templo del
Salvador.
A esta amplia etapa, sobre todo al siglo XVIII, corresponden la mayor
parte de los bienes culturales incluidos en el Programa de Investigación
e Intervención del IAPH.
En 1851 el Salvador pierde su condición de Iglesia Colegial, creándose
la parroquia del mismo nombre.
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