27 de Junio

Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro. Iglesia de San Roque
 en Sevilla. Foto: Rafael Márquez

El icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es anterior al descubrimiento de América.
Teniendo esta advocación mariana como patrona de su congregación, los Padres Redentoristas la llevaron a sus misiones en Haití. Allí se le edificó un santuario en Béle-Aire, cerca de Puerto Príncipe.
En 1883 una terrible epidemia de viruela azotaba el país. Los devotos acudieron a la Virgen del Perpetuo Socorro y le hicieron una novena. La epidemia cesó milagrosamente y se decidió nombrarla patrona del país.

En 1993 se celebró con gran regocijo el centenario del milagro y del nombramiento de la Virgen como patrona de Haíti. El Papa Juan Pablo II visitó Haití para esta celebración y puso al país bajo el amparo de la Virgen del Perpetuo Socorro.
En el cuadro, El Niño Jesús observa dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos.

El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte.
El icono original, pintado sobre madera de 21 por 17 pulgadas, está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.

    Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití.

Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato fue pintado durante el decimotercero o decimocuarto siglo. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.
Fue pintado en un estilo plano característico de iconos y tiene una calidad primitiva. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la “Madre de Dios”. Las iniciales al lado del Niño “ICXC” significan “Jesucristo”. Las letras griegas en la aureola del Niño: owu significan “El que es”, mientras las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María Santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.

Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro. Iglesia del Santo Ángel
Sevilla. Foto: Rafael Márquez

Las letras más pequeñas identifican al ángel a la izquierda como “San Miguel Arcángel”; el arcángel sostiene la lanza y la caña con la esponja empapada de vinagre, instrumentos de la pasión de Cristo. El ángel a la derecha es identificado como “San Gabriel Arcángel”, sostiene la cruz y los clavos. Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la pasión con las manos, sino con el paño que los cubre.

 

Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro. Parroquia de San Leandro
 Sevilla. Foto: Rafael Márquez

Cuando este retrato fue pintado, no era común pintar aureolas. Por esta razón el artista redondeó la cabeza y el velo de la Madre para indicar su santidad. Los halos y coronas doradas fueron añadidos mucho después. El fondo dorado, símbolo de la luz eterna da realce a los colores más bien vivos de las vestiduras. Para la Virgen el manto es de color púrpura, signo de la divinidad a la que ella se ha unido excepcionalmente, mientras que el traje es azul, indicación de su humanidad. En este retrato la Madona está fuera de proporción con el tamaño de su Hijo porque es -María- a quien el artista quiso enfatizar.

Los encantos del retrato son muchos, desde la ingenuidad del artista, quien quiso asegurarse que la identidad de cada uno de los sujetos se conociera, hasta la sandalia que cuelga del pie del Niño. El Niño Divino, siempre con esa expresión de madurez que conviene a un Dios eterno en su pequeño rostro, está vestido como solían hacerlo en la antigüedad los nobles y filósofos: túnica ceñida

por un cinturón y manto echado al hombro. El pequeño Jesús tiene en el rostro una expresión de temor y con las dos manitas aprieta la derecha de su Madre, que mira ante sí con actitud recogida y pensativa, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, el misterioso plan de la redención, cuyo siervo sufriente ya había presentado Isaías.
En su doble denominación, esta bella imagen de la Virgen nos recuerda el centralismo salvífico de la pasión de Cristo y de María y al mismo tiempo la socorredora bondad de la Madre de Dios y nuestra.

    Simbolismo de la Imagen

Atemorizado por la visión de dos ángeles que le muestran los instrumentos de la Pasión, el Niño Jesús ha corrido hacia su Madre, perdiendo casi una de sus pequeñas sandalias en su precipitada huida. María lo sostiene en sus brazos de manera protectora y amorosa. Pero, si prestas atención a sus ojos, su mirada esta fija no en Jesús sino en nosotros. ¿No es este detalle un toque de genialidad? ¿Qué mejor manera de expresar el interés de Nuestra Señora en nuestras vidas y crecimiento espiritual?

Las pequeñas manos de Jesús también están sujetas a las de María como una forma de recordarnos a nosotros que, así como en la tierra él se puso enteramente en su manos buscando protección, así ahora en el cielo él nos confía a cada uno de nosotros en sus tiernos y amorosos cuidados.

Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro. Capilla de MonteSión
Sevilla. Foto: Rafael Márquez

Éste es el mensaje principal del cuadro, un icono bizantino, que no obstante, esta repleto de otros símbolos. He aquí algunos de ellos:

* Iniciales en griego para “Madre de Dios”.
* Corona. Fue añadida al cuadro original por orden de la Santa Sede en 1867. Es un tributo a los muchos milagros obrados por Nuestra Señora bajo la advocación del “Perpetuo Socorro”.
* Estrella en el velo de la Virgen. Ella es la Estrella del Mar que trajo la luz de la luz al mundo en tinieblas, la estrella que nos conduce al puerto seguro del Cielo.
* Inicial griega para “San Miguel, el arcángel”. Sostiene la lanza y la esponja de la Pasión de Cristo.
* Inicial griega para “San Gabriel, el arcángel”. Sostiene la cruz y los clavos.
* La boca de María. Es pequeña para significar un recogimiento silencioso. Ella habla poco.
* Los ojos de María. Son grandes para todos nuestros problemas. Están vueltos siempre hacia nosotros.
* Túnica roja. Los colores que llevaban la vírgenes en los tiempos de Cristo.
* Iniciales griegas para “Jesucristo”.
* Las manos de Cristo. Con las palmas boca abajo y dentro de las de su madre, indican que las gracias de la redención están bajo su custodia.
* Fondo amarillo. Es el símbolo del cielo, donde Jesús y María están ahora entronizados. El amarillo también brilla a través de sus ropas, mostrando así la felicidad celestial que puede traer a los cansados corazones humanos.
* Manto azul oscuro. Es el color que usaban la madres en Palestina. María es las dos cosas a la vez: Virgen y Madre.
* Mano izquierda de María. Sostiene de manera posesiva a Cristo. Ella es su madre. Es una mano consoladora para todo el que acuda a ella.
* Sandalia caída. Casi ha perdido Jesús su sandalia corriendo hacia María en busca de consuelo ante el pensamiento de su Pasión.

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